Tres meses ha tardado Don Francisco Chaparro en darse cuenta de que no se puede jugar con Pavone; no está mal, ya sólo falta que se dé cuenta de lo difícil que es construir juego con alguien arrastrándose por el campo y estorbando en cada jugada.
3-0 pese a Capi, pese a estorbar en cada jugada, pese a perder en estúpidos caracoleos cuantos contragolpes tuvo en sus botas y pese a su empeño en ralentizar cada jugada reteniendo el balón constantemente, cosa que sólo lleva a perderlo, a rifarlo o, directamente, regalarlo al rival.
Y encima el cambio en el minuto 89 para que esta afición indolente aplauda a susodicho ¿jugador? En lugar de sustituir a Aurelio, jugador que sí es importante y estaba cojeando. Una afición que, además, ha hecho la ola y se ha abstenido de pronunciarse a favor de Edu, jugador que ha sido atropellado desde el club esta semana.
Es obvio que merecemos lo que nos pasa. Desde el club se humilla a un jugador que ha sido determinante en los últimos años…y la gente hace la ola. Desde el club se arroja a los pies de los caballos a un símbolo del beticismo en los últimos años y la grada calladita.
Pues señores, quien calla, otorga. Y quien otorga, consiente, apoya, justifica y ayuda a que sigamos siendo un club cuyo propietario gestiona como si fuera su cortijo, teniéndonos sumidos en una gravísima crisis económica, social y jurídica de la que ya veremos cómo salimos, incluyendo la bromita y el teatrito de Bsport.
Por cierto, buen partido de Casto. Ha demostrado que juega bien uno de cada 15. Ni en segunda B se permiten porteros con esos registros.
Un pésimo entrenador, una afición indolente
El Trianero que se empeña en subir una montaña, pudiendo subir una colina.
Es fácil hasta para los que no vivimos del fútbol, los simples aficionados de a pie, saber qué futbolistas son adecuados para cada puesto, cuales son determinantes y a quienes podemos considerar exfutbolistas.
Cuando se tiene una plantilla un poco mejor que la que han tenido sus predecesores, lo menos que podemos esperar es que los jugadores jueguen en su sitio y lo hagan, además, los que mejor están o aquellos que pueden aportar cosas importantes.
Es peligroso, igualmente, dejar en el banquillo a jugadores de sobrada solvencia y reconocimiento internacional, como Ricardo o Monzón y mandar el mensaje de que, pase lo pase, hagan lo que hagan, rindan lo que rindan, trabajen durante la semana o no lo hagan, que van a jugar los pesos pesados del vestuario.
Hablemos claro. Dejar en el banquillo a Arzu y Capi es una cuestión de valentía que no está al alcance de Chaparro. Sentar a Casto y Vega y poner a los que van a rendir en sus puestos de forma mucho más elevada, es un capricho de un entrenador que juega a ser genio y no se da cuenta de que con el patrimonio del club no se juega. Mandar a jugadores que ha costado mucho dinero traer al Betis, como Monzón, Ricardo, Aurelio, Sergio García, Emaná…y mandarles el mensaje de que pase lo que pase van a jugar otros en sus puestos o hay dos que van a destruir lo poco que ellos construyan, son ganas de complicarse la vida. Son ganas de ver cómo se arrastran por el suelo dos de ellos mientras el Dépor nos hace el primer gol. Y luego Capi tiene la poca vergüenza de decir que son antideportivos.
De cualquier forma, insistir en la titularidad de los peores, sea por imposición de los que controlan el vestuario, sea por un criterio futbolístico lamentable, es ganas de convertir cualquier colina en una montaña imposible de escalar. Véase el partido contra el Dépor.